RUTA 40

Nuestro segundo día en Argentina coincide con nuesta entrada a una de las carreteras más famosas en America Latina y de las más transitadas por cicloturistas: la Ruta 40. Este camino empieza poco más al norte, en el extremo septentrional del país y lo recorre durante más de 5000 kilómetros hasta llegar a la Patagonia. Como toda carretera mítica (en Sudamerica) en alguna parte no está asfaltada. A nosotros, para empezar, nos tocan unos kms de ripio. El primer día el paisaje nos hace olvidar los continuos saltos y baches que nos destrozan los brazos: cruzamos un valle muy bonito, con pequeños ríos y cañones. Decidimos parar en Pastos Chicos, un pueblo pequeño, donde la directora del colegio nos recibe muy bien. Están celebrando los Reyes Magos y nos quedamos viendo como los maestros reparten unos regalitos entre los niños. Nos invitan a merendar con ellos y a pasar la noche en el colegio, que tiene habitaciones para que los niños que lo necesitan se puedan quedar. Nos cuentan cómo han luchado para que el colegio tenga clase de inglés y de informática y están muy orgullosos de que muchos de sus niños sigan estudiando en la ciudad. Pasamos la noche charlando con ellos y lo pasamos realmente bien. El segundo día, hasta San Antonio de los Cobres, el camino empeora considerablemente, pero el paisaje es cada vez más bonito. Subimos un cañon, bordeamos un volcán, cruzamos una puna donde vemos ñandúes. En la bajada pasamos por debajo del viaducto de La Polvorilla, por donde pasa el llamado Tren de las Nubes, que es espectacular con sus 64 metros de altura. En el pueblo dormimos en la comisaria. En la etapa que nos lleva hasta Salta abandonamos la Ruta 40 y vuelve el asfalto. Después de un puerto de 4000 metros, el viento nos hace imposible bajar y hacemos unos 60 kms subidos al camión de un chico muy simpático, que nos deja en las afueras de la ciudad. Los hostales nos resultan un poco caros, pero llevamos unos días muy duros en las piernas y nos damos este lujo. Nos quedamos un día más en esta graciosa ciudad descansando y, por fin, probando la que dicen ser la mejor carne del mundo...no nos resistimos a una parrillada, que efectivamente está de muerte!!!



Con las maestras de Pastos Chicos





Hemos bajado mucho y el calor empieza a ser bastante fuerte. La salida de la ciudad es más larga de lo que pensábamos y aprovechamos cada sombra para descansar y beber. En el pueblo de Alemania encontramos una zona al lado del río para acampar. Nos bañamos y conocemos una familia de cicloturistas franceses que también va a acampar ahí. En este punto empieza la Quebrada de las Conchas, o Quebrada de Cafayate, un cañon impresionante, con unas formaciones rocosas estupendas y de varios colores. Pasamos por la Garganta del diablo, El Anfiteatro, El Sapo y cuanto más nos adentramos en el cañon, más bonito se hace lo que tenemos alrededor. A media hora para llegar a Cafayate empieza a soplar mucho viento y se pone a llover. Llegamos al pueblo empapados y buscamos alojamiento. Encontramos un camping y montamos la carpa, pero no para de llover y salimos a buscar algo de comer en el centro. 
Cafayate es famosa por sus vinos y el día de descanso que nos tomamos lo dedicamos a pasear por el pueblo y para visitar una de las bodegas que ofrecen degustaciones gratuitas. Además comemos empanadas de carne y probamos algunas comidas típicas de aquí: locro, una sopa de legumbres y carne, y cazuela de cabrito, todo muy rico!!!
Esperabamos un poco más de este pueblo, pero un día de relax aquí nos viene muy bien.