Y LLEGAMOS A SANTIAGO

Con mucha pena salimos de la pequeña pero acogedora ciudad de La Serena, con dirección a otro punto clave del viaje: Valparaiso. Para llegar solo existe una carretera, la Panamericana, que es casi una autovía con mucho tráfico y camiones y para nosotros no solamente es peligrosa, sino también muy aburrida. Está lejos de la costa y para ver algún pueblo no hay más remedio que coger un desvío para después volver atrás. En definitiva no nos gusta para nada. Al llegar al pueblo de Las Ventanas, otra vez tenemos mucha suerte (o a lo mejor siempre es así, pero nosotros no nos lo creemos): preguntamos a la señora Yolanda, que está trabajando en su floristería, si conoce un sitio para acampar y ella en seguida nos busca un lugar. Terminamos durmiendo en la casa en construcción de una de sus sobrinas y al día siguiente, también nos invita a desayunar en su casa. Gente increible que te alegra el día. El camino hasta Viña del Mar es mucho más bonito, ya que vamos bordeando la costa y pasamos por unos pueblos muy característicos. Probamos especialidades de la comida chilena (que, en realidad, no es muy variada), como la empanada de ostión (una especie de vieira) y queso, que está para chuparse los dedos. Nos emociomamos cuando, por primera vez, vemos unas rocas cerca de la playa llenas de lobos marinos tomando el sol. La primera noche en Viña la pasamos en un hostal, pero gracias a nuestro amigo Francisco tenemos hospedaje para las próximas noches en Valparaiso, la ciudad más querida por el poeta y Premio Nobel Pablo Neruda y meta muy turística. Estamos seguros, o yo por lo menos lo estoy, de que nos encantará.


La panamericana es muy aburrida


Los lobos (leones) marinos tomando el sol y nadando


Lorena y Roberto son una pareja encantadora y nos sentimos muy cómodos en su casa. Nos llevan a recorrer los cerros más característicos de Valparaiso y conocemos alguno de sus rincones. Pasamos dos días en esta ciudad que atrapa, paseando por sus galerías de arte, sacandole fotos a alguno de los cientos de murales de sus calles y cogiendo los típicos ascensores que suben a los cerros.




We are not hippies, we are happies!!!

Para llegar a Santiago otra vez nos toca autovía, aunque solo son dos días. En la ciudad hemos contactado con Grimme, anfitriona Warmshowers, una chica muy activa, a que le gusta moverse en bici por la capital. Hay otra pareja en su casa, Lucy y Frederich, franceses que estan viajando hacia el norte. Con ellos compartimos un par de tardes de descanso en la casa. Conocemos también a la madre de Grimme, Maria Olivia, que nos da un magnífico tour en bici por toda la ciudad. 
Santiago de Chile es más o menos como la esperábamos: una ciudad muy moderna y muy grande pero no nos parece que tiene ningun encanto. Lo que sí nos gusta mucho es el Museo de la Memoria, donde conocemos más a fondo la historia de la dictadura militar de Pinochet.
En general, tanto Grimme como toda su familia son personas espléndidas, nos alegramos mucho de haberlas conocido y nos llevamos un recuerdo muy bonito para casa. Muchas gracias por todo!!!

Con uno de los personajes clave del país, Salvador Allende

Nos tomamos unas chelas artesanales con Maria Olivia después de pedalear por la ciudad

Con Grimme y su pololo Rodrigo

Vistas de Santiago desde Cerro Santa Lucia

El marisco en Chile tiene un tamaño xxxl