CUIDADO CON EL PISHTACO

Son las 6 y media de la mañana en la plaza de un pequeño pueblo. Estamos preparando el desayuno ya que hemos tenido que salir muy temprano del colegio en el que hemos pasado la noche. El agua está casi hirviendo cuando se nos acerca una lugareña a interesarse por lo que hacemos por aquí. Cómo todas las mujeres del pueblo lleva medias de lana con unas cuantas capas de faldas de varios colores, unas largas trenzas negras y sombrero. Le llama mucho la atención nuestro hornillo y se rié mucho cuando le decimos que solemos hacer de comer con él. Nos hace varias preguntas comunes, cómo de donde somos, porque hacemos el viaje...También nos pregunta donde solemos dormir y nosotros le explicamos que viajamos con una carpa y vamos durmiendo como se puede, a veces en iglesias, otras en colegios o cuándo no hay más remedio buscamos un lugar resguardado cerca de la carretera y acampamos. En el momento en que se lo contamos nos damos cuenta de que el rostro de la mujer cambia completamente y se vuelve preocupado. En seguida nos advierte muy seriamente que tengamos cuidado con el Pishtaco!! Al principio nos lo tomamos a broma pero nos quedamos de piedra al darnos cuenta que la señora está totalmente convencida de lo que nos dice. Parece que por los caminos y lejos de los centros poblados hay personas que sacan la sangre a los viajeros y los matan. El hecho de que maten no tiene mucha importancia pero lo de te saquen la sangre, segun ella solo puede ser obra de alguien que no cree en dios.
Nos informamos y en internet encontramos esto:
El Pishtaco es un personaje legendario en la tradición andina peruana. Se trataría de un bandolero o asesino a sueldo cuya ocupación es asaltar mujeres y hombres solitarios, sobre todo viajeros, degollándolos para comer su carne. La figura del pishtaco aparece desde muy antiguo en la tradición quechua, ya en épocas prehispánicas se tienen noticias de sicarios enviados por los grupos de poder o por etnias rivales para eliminar a personajes importantes o simplemente diezmar la población. En fin, lo que nos cuenta la señora no es ninguna tontería, así que ya estáis advertidos: cuándo estéis viajando solos por los andes, tened mucho cuidado con el Pishtaco...