La tercera y última parte de la Carretera Austral nos regala unos paisajes muy bonitos, ya que la naturaleza se hace cada vez más salvaje y los pueblos más incomunicados. Desde Cochrane, el tiempo es precioso y la carretera pasa por varias lagunas y ríos cuyos colores siguen sorprendiéndonos. Tenemos la suerte de acampar en lugares tan especiales como las orillas del río Barrancoso y el Baker, donde Lucas sigue en su intento de pescar, aunque sin resultado. El ripio también sigue siendo bastante bueno, al contrario de lo que nos habían dicho varios ciclistas. El día en que nos ponemos en marcha hacia Caleta Tortel empieza a llover y no dejará de hacerlo durante más de una semana. Caleta Tortel es un pueblo muy particular, ya que no tiene calles, sino pasarelas y escaleras de madera. Cómo el tiempo sigue siendo horrible, decidimos dormir en un hostal y pasar una noche cómoda.
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La primera de las lagunas que nos encontramos saliendonde Cochrane. Y un día tan despejado aquí es un regalo... |
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Acampar en estos lugares es lo habitual, hasta hay fogón preparado con leña que ha dejado algún viajero |
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No disfrutamos de Caleta Tortel como hubiésemos querido por culpa de la lluvia pero tiene su encanto. |
En nuestro camino a Villa O'Higgins nos toca ahora cruzar el fiordo Mitchel y lo hacemos con un ferry gratuito que lleva desde Puerto Yungay a Río Bravo. Nos volvemos a encontrar con algunos de los ciclistas que conocimos en Coyhaique: Markus, Tom y Robin y Daina, una pareja de Liechtenstein.
Sólo nos quedan tres días para llegar al final de este hermoso recorrido y estamos muy emocionados.
Una de estas noches la pasamos en la cabaña de Vicente, un gaucho que nos para en la carretera y nos invita a quedarnos. Agradecemos mucho su hospitalidad porque las noches empiezan a ser muy frías y poder calentarnos con la chimenea no tiene precio.
Encontramos un refugio de madera, parece que construido por el gobierno para que los viajeros y la gente del lugar tengan un sitio para repararse de las lluvias, que aquí son una constante. No tenemos prisa y sigue lloviendo, así que decidimos quedarnos un día allí. Mientras Lucas pesca (o lo intenta), yo recojo calafates, un fruto muy parecido al arándano que está muy rico, tanto sólo como en la avena del desayuno.
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La única manera de llegar a Villa O'Higgins es cruzar este fiordo. |
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Aquí uno, que no sabe ni fingir que cocina...en la cabaña del buen Vicente con su ingeniosa chimenea. |
Llegamos al final de la Carretera Austral, al pueblo de Villa O'Higgins, un lunes y descubrimos que el barco que tenemos que coger para hacer el cruce a Argentina no sale hasta el sábado. La estancia se nos hace un poco pesada, ya que el tiempo no mejora, hace mucho frío y el pueblo no ofrece gran cosa. Lo bueno es que somos un buen grupo de ciclistas y volvemos a estar con Lucy y Alberto. Con todos lo pasamos bien cocinando y celebrando el final de esta parte de viaje.
No sabemos si por sus montañas, o sus lagos y ríos, o por toda la gente con la que hemos compartido el camino, pero no tenemos la menor duda que la Ruta 7 se quedará para siempre en nuestros corazones.
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Con alguno de los que compartieron el camino al sur |
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El final de la Carretera Austral, pero no el final del camino... |