Serpientes, monos y un montón de turistas: así nos recibe Marrakech, con una plaza llena de vida, en la que pasamos horas recorriendo lentamente y ojeando los mil puestos de comida, bebida y todo tipo de souvenir, intentando no hacerle mucho caso a los comerciantes (los más pesados de todo Marruecos) que nos llaman sin parar.
Lo mejor de la ciudad es, sin duda, la plaza Jemaa El Fna, donde, como decíamos, todavía se pueden ver espectáculos de encantadores de serpientes y de monos. Pero a pesar de eso, merece la pena dedicarle un tiempo a la plaza, tomarse un jugo de naranja muy rico y pasear entre todo tipo de mercancía. Nosotros subimos a la terraza de un bar para ver la puesta de sol sobre los puestos que se van llenando de gente. Los precios son un poco caros ya que todo está orientado al turista (nacional o extranjero), La mañana siguiente a nuestra llegada descubrimos una pequeña pastelería que hace unos batidos de aguacate increíbles (de hecho ahora estos batidos forman parte de nuestra dieta diaria).
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Comiendo caracoles en la plaza, uno de las decenas de puestos. |
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Probablemente la ciudad sin esta plaza no tendría mucho encanto, se respira algo mágico e indescriptible aquí. |
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Listos para subirnos al camello...ah, no, espera, que sólo es un vendedor de pañuelos muy pesado... |
En la estación de autobuses de Marrakech quedamos con Khalid, un aficionado a la bicicletas que encontramos en Kenifra hace ya algunas semanas y que nos invitó a pasar unos días en su casa de Safi, un gran pueblo en la costa atlántica.
Nos recoge con su familia así que montamos las bicis en un bus y vamos a Safi (él, su mujer, sus tres hijos y nosotros en un Renault 21...)
En Safi disfrutamos de unos días de descanso y también aprovechamos para hacer un poco de turismo visitando la vecina ciudad de Essaouira, que tiene una medina mucho más tranquila de lo que habíamos visto hasta ahora.
En casa de Khalid nos sentimos muy cómodos, nos convertimos en dos más de la familia. Las comidas son siempre expectaculares, ya que Fatima cocina muy bien, y probamos gran variedad de productos locales, incluido el aceite de argan.
Nuestro camino debe continuar, esta vez rumbo al norte por la costa, decisión no muy acertada , pero eso ya es otra historia...