OASIS EN EL DESIERTO

Después de dos días en Khenifra, nos dirigimos a nuestra ruta inicial, hacia Midelt, y lo hacemos pasando nuestro primer puerto de montaña, a 2070 metros. Todavía estamos en el Atlas, pero falta poco para el desierto. Pasado Midelt tenemos que afrontar otro puerto, esta vez de unos 1900 metros, pero no muy duro, y empezar la "bajada" hasta Errachidia. Y es que parece que en nuestra ruta las pendientes sólo son muy fuertes cuando se trata de subir...Por suerte lo que nos presenta la carretera es de lo mejor hasta ahora. Entramos en las Gargantas del río Ziz, un valle increíblemente verde, lleno de palmeras, en medio de unas montañas con unos colores preciosos. Y para la noche, un lago, el cielo en que no cabe ni una estrella más y la luna casi llena...no se puede pedir más.


Foto obligada con nuestra bandera en un puerto inesperado...




El valle de las Gargantas del río Ziz

Parece mentira lo verde que es esta parte


En cuanto dejamos definitivamente atrás la montaña, el desierto se pierde en el horizonte. Pero, a diferencia de lo que creíamos, la carretera sigue el río, que ha creado un cañón con un enorme palmeral. A la sombra de las palmeras, en medio de campos cultivados y de gente vendiendo dátiles de todo tipo de colores y formas, llegamos a Erfoud. No se si es por el cansancio acumulado o por la insistencia del relaciones públicas, que nos sigue (acosa) desde hace 10 km para que vayamos con él, pero terminamos montando la tienda en el camping Karla, donde por primera vez (pero no la última) nos bautizan Ali Baba y Fatima y donde pasamos una noche muy amena en compañía de los trabajadores del camping y su música. 
Estamos cruzando esta zona de Marruecos en plena temporada de dátiles (de hecho en Erfoud pasamos por la feria del dátil) y la verdad es que no tienen nada que ver con los que solemos comprar en España. Hasta los recogemos una mañana directamente de la palmera para echarlos a la avena del desayuno!!!

El río y su palmeral en medio del desierto



La última etapa para llegar a las dunas del Erg Chebbi es muy dura, pero es que pudiendo elegir entre el asfalto de la nacional y el carril de tierra que va bordeando las dunas desde muy cerca...a que adivináis por donde nos hemos metido??? Solo son unos 30 km, pero sufrimos mucho por el terrible estado del carril. Por suerte llegamos a Hassilabied, un pueblo muy turístico a los píes de las dunas, donde hay un maravilloso Warmshowers, Mohammed, que nos deja una habitación en el hostal que está terminando de montar, junto con Mandy, una cicloviajera inglesa pero afincada en Sotogrande, en la costa del sol. Lo pasaremos genial con ella en los dos días que compartimos.

Primeras vistas a las dunas, pero la pista está fatal y lo pasamos mal. Además no hay ni un arbol

Primer encuentro con los que se convertirán pronto en mis mejores amigos!!!!